Editorial: Hoy fue Roberto Samcam. Mañana podrías ser vos, yo… o incluso Costa Rica

El investigador e ingeniero nicaragüense Roberto Samcam en abril de 2019

Jeffrey Arguedas

Créditos

Autor: Realidades

  • SAN JOSÉ, COSTA RICA- NEBRASKA- EEUU
  • Jun 21, 2025
  • 12:00 am

El mayor en retiro del Ejército de Nicaragua, Roberto Samcam, analista, escritor y reconocido crítico del régimen sandinista, fue asesinado a balazos este 19 de junio en Costa Rica.

La información preliminar indica que el homicida ingresó al condominio ubicado en la capital de Costa Rica, donde Samcam vivía exiliado desde hace años. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) explicó que el autor material del crimen subió al segundo piso y tocó la puerta de su apartamento para asesinarlo. Sin mediar palabra, solo con la cobardía propia de estas personas y la falta de escrúpulos para ganar dinero mal habido, por supuesto.

El crimen ha causado conmoción entre los exiliados nicaragüenses, y no es para menos.

Samcam, originario de Jinotepe, Carazo, se integró al Ejército Popular Sandinista desde muy joven, donde ascendió al rango de mayor y desempeñó cargos de responsabilidad en diversas unidades. Sin embargo, a inicios de los años 90, se distanció y se volvió una voz crítica de Daniel Ortega y de su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

En Nicaragua, ser una voz incómoda es un delito grave y penado con cárcel, y en el peor de los casos, se paga con la vida misma. Este patrón se ha venido cumpliendo desde hace décadas. No es ley en la “república”, pero está establecido de facto: pasando por los Somoza, luego por los sandinistas tras el triunfo de la Revolución, e incluso durante el gobierno de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, donde se cometieron varios asesinatos contra miembros de la Contra.

Durante la administración de la expresidenta Chamorro, es válido aclarar que los crímenes no fueron perpetrados por el Estado, sino por sandinistas armados. Así fueron asesinados varios opositores, como Enrique Bermúdez, conocido como “Comandante 380”, máximo líder de la Resistencia Nicaragüense.

En REALIDADES, documentamos los crímenes cometidos contra varios dirigentes de la Contrarrevolución, así como el exilio forzado de muchos de ellos. Este esfuerzo forma parte de nuestro compromiso con la memoria, la verdad y la justicia.

Tomando en cuenta estos antecedentes, no es difícil, al menos, sospechar de dónde provino el ataque contra Roberto Samcam o desde dónde pudo haberse planificado.

Un patrón muy curioso en los últimos atentados contra opositores es que la mayoría de las víctimas provienen de Jinotepe, Carazo, uno de los principales bastiones de resistencia contra el régimen durante las protestas del año 2018. Samcam era originario, precisamente, de Jinotepe.

La oposición debe poner sus barbas en remojo y, en lugar de ahondar internamente en teorías de conspiración —culpando a unos u otros—, debería asumir con madurez una postura crítica y reforzar sus protocolos de seguridad, si es que existen.

Al momento de publicar este editorial, han pasado dos días y el Gobierno de Costa Rica no se ha pronunciado al respecto. Sí lo han hecho voces opositoras, como dos expresidentes y una diputada costarricense. Pero lejos de querer entrar en confrontación con el gobierno tico, hacemos un llamado a que también enciendan sus alertas. Hoy fue Samcam; mañana podrías ser vos, yo o incluso Costa Rica.

Expresamos nuestro profundo rechazo, condena y solidaridad con la familia de Roberto Samcam por este terrible crimen. Nuestra solidaridad para su viuda, Claudia Vargas —una mujer incansable en la lucha por los derechos de las personas migrantes—, sus hijos y el resto de su familia.

Desde REALIDADES, demandamos justicia y pedimos a las autoridades que esclarezcan este crimen, al igual que el atentado contra Joao Maldonado y otros ataques contra personas migrantes.

La voz de Samcam no puede ser silenciada por una bala: debe seguir siendo escuchada a través de otras voces. Y eso es lo que continuaremos haciendo desde REALIDADES: dar voz a quienes no la tienen, o a quienes se les ha querido obligar a callar. Y si a nosotros nos callan, otros hablarán.