Martha habita en Haulover y afirma que su pueblo da tristeza. Es una comunidad miskita ubicada en el municipio de Prinzapolka, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN).
Sus playas de arenas blancas a la orilla del mar Caribe, debería de ser un sueño. “Lo fue, ahora ya no”, expresa Martha.
Haulover pasó a la historia como una de las comunidades que fue azotada por dos huracanes de gran categoría en 13 días. Primero, Eta impactó el 3 de noviembre y el 16 de noviembre Iota tocó tierra. Haulover y otras comunidades estuvieron en el paso de ambos ciclones. Sin embargo, Iota pasó justo sobre Haulover y la destruyó.
La experiencia de Haulover es una evidencia de cómo los efectos del cambio climático afectan las comunidades indígenas de Nicaragua con eventos extremos como huracanes, aunque este solo sea uno de las gran lista de amenazas que existen sobre esta parte de la población.
Las olas de calor y las sequías también amenazan con golpear fuertemente a las comunidades indígenas de Nicaragua.
Martha junto con su pareja y sus hijas se evacuaron y por eso lograron sobrevivir. Su casa quedó destruida al igual que todas las otras de la comunidad. A casi cuatro años, Martha considera que la comunidad no se recupera, tanto en infraestructura como emocionalmente.
“Haulover da la apariencia de ser la comunidad que no se recuperó. Se palpa la pobreza. El centro de esta comunidad era la iglesia y la iglesia parece una champa”, afirmó.
En 2022 el Banco Mundial aprobó el proyecto de “Respuesta de Emergencia a los Huracanes Eta e Iota” en Nicaragua. El plan del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo es ayudar a la recuperación post desastres de algunas comunidades seriamente afectadas por Eta e Iota, entre ellas, reconstruir 147 viviendas que fueron destruidas en Haulover.
“Estamos viviendo en champas, en casas de retazos de madera”, expresa Martha.
Sin embargo, hasta la fecha, ni una casa ha sido construida en Haulover. 80 millones de dólares es el préstamo que el Banco Mundial dará para dicho proyecto.
Fuentes vinculadas al proyecto afirmaron bajo condición de anonimato por miedo a represalias del régimen, que este no ha sido ejecutado, sin mencionar el motivo.
No obstante, de acuerdo con un reporte de resultado e implementación sobre el proyecto publicado por el Banco Mundial en junio de 2024, “el proceso de construcción en Haulover avanza y se espera que se entreguen gradualmente 147 casas entre mayo de 2024 y febrero de 2025”, aunque el proyecto “está bajo implementación desde noviembre de 2023”. El reporte no refleja ni una sola casa construida.
La mayoría de las personas que evacuaron regresaron a la comunidad, pero algunos decidieron quedarse en Bilwi o Prinzapolka, afirma.
El huracán destruyó la escuela, la iglesia y el centro de salud. La escuela fue reconstruida con escombros y no tiene las mismas condiciones. “Actualmente hay 85 niños en la escuela, la mayoría son mujeres”
La fuente considera que lo que urge ahora es la reconstrucción de sus casas.
“El proyecto de reconstrucción empezó en 2023, pero hasta ahora solo una casa está hecha”, afirma la pobladora.
Martha asegura que han manifestado a las personas encargadas del proyecto que avancen rápido porque “las casas en las que estamos viviendo no están para contar”. “Ya no hay condiciones”, expresa.
La información que han recibido es que la reconstrucción de las casas es gratis.
El proyecto se inauguró en octubre de 2023 por el régimen de Ortega y Murillo haciendo alarde en sus medios de propaganda. Sin embargo, hasta ahora, no ha brindado un informe sobre la evolución del proyecto.
De acuerdo con el Informe de Ejecución Presupuestaria de Enero a Junio del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, el proyecto de construcción y rehabilitación de viviendas afectadas por los huracanes Eta e Iota a nivel nacional, se encuentra en proceso de ejecución y se han utilizado 55.2 millones de córdobas.
El presupuesto para la construcción de 147 casas en Haulover es de 403 millones 499 mil, 213 córdobas. La mayoría del dinero ha sido utilizado en gastos administrativos.
Destrucción de casas en Haulover.
A 400 kilómetros al sur de Haulover, en el municipio de San Juan de Nicaragua, ubicado en la costa del mar Caribe, la población afrodescendiente e indígenas ramas, también sufren el embate del cambio climático. Esta zona también fue impactada el 24 de noviembre de 2016 por el huracán Otto de Categoría 2 que causó severos daños en la Reserva Biológica Indio Maíz.
Dyann Barberena pertenece a la etnia kriol y abandonó Nicaragua en 2023 porque sería arrestada por denunciar que el proceso de consulta que se hizo en San Juan de Nicaragua sobre el proyecto BioClima, no fue transparente. Este proyecto iba a proporcionar fondos al país, para acciones de adaptación al cambio climático.
Barberena manifestó que la población de San Juan de Nicaragua siente los efectos del cambio climático. Ella nació y creció en dicho municipio y ha percibido cambios en el comportamiento del clima, principalmente en las lluvias. “Ahora mismo (julio) debería estar lloviendo en Greytown (San Juan de Nicaragua) pero la gente me informa que no ha llovido y hace calor. No se puede predecir cuándo va a llover o hará sol”.
Barberena afirma que varias familias, principalmente ramas, viven en el bosque, en donde la vida se está haciendo difícil por el comportamiento del clima o las invasiones de terceros.
“Hay familias que han abandonado su casa dentro de la reserva y se han ido a vivir al casco urbano”, ya que cosechar arroz y otros alimentos es más difícil y costoso, señaló la líder.
La disponibilidad de agua para consumo es cada vez más difícil en las comunidades de San Juan de Nicaragua porque con el comportamiento de las lluvias, las aguas de los pozos se revuelven, señala Barberena.
El río San Juan es una de las vías más accesibles para llegar a San Juan de Nicaragua. Barberena afirma que en los últimos años se ha incrementado el tiempo para poder llegar a la comunidad desde San Carlos y eso se debe al bajo caudal del río San Juan, principalmente durante el verano.
En 2023, la RACCS y el departamento de Río San Juan, tuvieron seis meses con lluvias por debajo de lo normal, según datos de los boletines climáticos del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter) en 2023.
En los primeros seis meses de 2024, el déficit de lluvia ha sido fuerte en estas regiones. Según datos del Ineter, solo abril ha sido positivo para los registros de las precipitaciones.
Febrero y marzo, fueron más secos de lo normal. Los registros de precipitaciones fueron menos de 10 milímetros, cuando normalmente en ese periodo debió haber llovido 45 milímetros.
Barberena afirma que los fenómenos que más preocupan son los huracanes. En 2016 vivió el paso del huracán Otto. “Ahora las comunidades están más alertas porque la cobertura forestal de ese entonces ya no existe por la tala y nada va a servir como muro de contención de estos fuertes vientos”, advirtió.
Mientras las comunidades costeras de la RACCN son afectadas directamente por los ciclones tropicales, en la montañas y bosques de la reserva de Biosfera de Bosawas, que pertenecen a las comunidades miskitas del río Coco o Wangki, en Waspam, el comportamiento de las lluvias está alterado.
El río Coco.
En verano de 2024, se reportó que el caudal del río Coco bajó tanto en algunas zonas que el lecho del río quedó descubierto.
Las fotos y videos enviados por una habitante del río Coco muestra que en marzo de 2024, el nivel del río en el territorio Kipla, en el Alto Wangki, era tan bajo que las personas que viajaban en lanchas debían bajarse, ya que la se pegaba en la arena.
La fuente afirmó que es normal que el nivel del río baje durante la época de verano. Sin embargo, jamás se había visto que bajara tanto, aseguró.
Las lluvias en la RACCN han estado por debajo del comportamiento normal, según los registros del Ineter. En 2023, esta región tuvo siete meses con precipitaciones por debajo de la norma histórica.
De enero a mayo de 2024, la RACCN tuvo déficit de lluvia. Pero, febrero y marzo de 2024, son los registros más críticos de escasez de lluvia para esta región. En esos dos meses, cayeron menos de 10 milímetros de lluvias cuando la norma histórica es de 60 a 80 milímetros.
La deforestación del bosque de la reserva de Biosfera de Bosawas ha sido inmensa. Cuando en 1997 la Unesco incluyó a Bosawas en su lista de Reservas de Biosferas, tenía una extensión de 1 millón 900 mil hectáreas, equivalente a casi 20 mil kilómetros cuadrados, incluyendo su zona de amortiguamiento. Eso es dos veces el tamaño del lago de Nicaragua o Cocibolca.
Sin embargo, su zona núcleo, donde está el bosque mejor conservado, tenía una extensión de 7,500 kilómetros cuadrados, equivalente a 750 mil hectáreas, según la Ley 407, Ley que Declara y Define la Reserva de Biosfera de Bosawas. El tamaño original de la zona núcleo de Bosawas era dos veces el tamaño del departamento de Managua.
El Marena afirmó que al 2019, el bosque de Bosawas tenía una extensión de 1 millón 200 mil hectáreas, incluyendo su zona de amortiguamiento. De 2015 a 2019, 35 mil hectáreas de bosque se degradaron en Bosawas, según datos del Marena.
La mayor parte de la deforestación se debe a la agricultura. Sin embargo, la minería ilegal o artesanal también se suman a la destrucción de Bosawas. La amenaza de la minería industrial a cielo abierto amenaza esta importante reserva.
De acuerdo con un informe publicado por la Asociación Centroamericana Centro Humboldt (ACCH) en 2023, 86 lotes mineros habían sido concesionados en áreas protegidas de Nicaragua. De estos 70 lotes mineros están en la zona de amortiguamiento de la reserva de Biosfera de Bosawas, que equivalen a 725 mil hectáreas, es decir, casi a la totalidad de su zona núcleo.
Deforestación en Bosawás.
Un informe de la Asociación Centroamericana Centro Humboldt (ACCH) publicado en 2024 confirma que en la región centroamericana sufre seguidamente fenómenos meteorológicos extremos, principalmente de ciclones tropicales severos y sequía.
En dicho estudio se analizaron los períodos: 1971-2000, 2001-2022 y 2023-2040, con el objetivo de comparar y proyectar la evolución de los cambios del clima.
En el periodo reciente que abarca 2001 a 2022, el estudio señala que se encontró evidencia de que la temperatura media en Centroamérica aumentó “con creces”. De 2001 a 2022, los años 2014, 2015 y 2016 fueron los más cálidos, siendo 2016 el año más caliente, afirma el documento.
“En el caso de la temperatura máxima, la media para Centroamérica se ubicó entre los
30.6°C y 31.5°C superando con creces la media del periodo histórico. Las máximas se dieron en los años 2007, 2015 y 2016, registrando máximas de 37.8°C, es decir 7°C por encima de la norma histórica”, señala el estudio.
El informe señala que se pronostica registros que podrían superar los 43°C hacia el año 2025, principalmente en Nicaragua, Guatemala y El Salvador.
El Caribe Norte y Sur, donde están gran parte de las comunidades del proyecto Bioclima, no son las más afectadas por el aumento de la temperatura, sin embargo, en San José y San Andrés de Bocay, Jinotega, en la zona de “Régimen Especial del Alto Wangki”, que cubre el área de interés del proyecto BioClima, en 2020, se registraron temperaturas máximas de 38 grados, con una sensación térmica de 40 grados.
Dichas temperaturas jamás se habían reportado en dicha zona, en donde aún hay parches de bosque, según datos de la extinta organización Centro Humboldt.
Las proyecciones son que en gran parte del Caribe Sur y Norte, principalmente en las ciudades más pobladas, la temperatura aumente de 0.81 a 1.02 grados en los próximos 20 años, señala el informe.
El documento indica que hay una relación entre los años calurosos y los periodos de mayor actividad ciclónica, por el calentamiento de las aguas oceánicas. A partir de 2006, los registros muestran que hay “alta variabilidad” en las lluvias.
La variabilidad es cuando en poco tiempo puede llover mucho en un determinado lugar y luego pasar mucho tiempo sin llover. Esto ha ocurrido en 2006, 2007, 2018 y 2022, indica el informe.
Se espera que haya disminuciones importantes de la precipitación a partir del año 2025 de hasta 140 milímetros sobre los acumulados mensuales.